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Coronavirus: Esta pulsera inteligente previene los contagios

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La pulsera inteligente está equipada con un acelerómetro que recoge 10 mediciones por segundo

Tocarse la cara es un gesto que fomenta el contagio por Coronavirus.
Tocarse la cara es un gesto que fomenta el contagio por Coronavirus. PIXEL

En plena expansión del Coronavirus, algunos gestos cotidianos como tocarse la nariz, la boca u otra parte de la cara pueden resultar peligrosos. Pese a que se trata de un gesto natural (y a menudo involuntario) que en condiciones normales no supondría un gran riesgo, en las circunstancias actuales y con cada vez más casos de coronavirus en España, el contacto de las manos con las mucosas es una de las formas de contagio más habituales.

Tocarse la cara es un gesto natural e involuntario. En condiciones normales, no sería manía preocupante o poligrosa. Sin embargo, en plena expansión del Coronavirus por todo el mundo, se trata de una acción que los médicos desaconsejan y piden evitar porque puede provocar contagios.

Muchas personas tienen la manía de tocarse la cara de forma recurrente. En cambio, otras lo hacen solo para rascarse o cuando sienten algún tipo de picor en la nariz o en los ojos. Independientemente de si se trata de un tic o de una acción voluntaria, la pulsera Immutouch está especialmente diseñada para frenarnos antes de que nos toquemos la cara, reduciendo de este modo las posibilidades de contagiarnos del Coronavirus.

La pulsera inteligente se calibra a través de una aplicación de móvil. De este modo, puede avisarte cuándo te acercas la mano a la boca.

Se trata de una impedimento que este wearable logra gracias al acelerómetro con el que viene equipada. El sensor interno registra movimiento diez veces por segundo y de este modo la pulsera es capaz de vibrar cuando el usuario se acerca la mano a los ojos, la nariz o la boca.

Para ello, tan solo es necesario realizar una calibración básica utilizando su propia aplicación en un smartphone.

La lógica detrás de este invento es la misma que la del condicionamiento clásico en el experimento del perro de Pavlov: la vibración busca disuadir a la gente de que se toque la cara para que las personas eviten rascarse.

"Un problema de la magnitud del COVID-19 requiere de que todo el mundo haga algo", asegura Matthew Toles, cofundador de la empresa Slightly Robot que fabrica estas pulseras.

Cada pulsera inteligente tiene un precio de 43 euros y puede comprarse a través de la web de la empresa. Sus fundadores aseguran no estar haciendo dinero con la crisis del coronavirus con sus ventas ya que las unidades se venden casi a precio de saldo.

El uso de las pulseras inteligentes no es algo nuevo en el ámbito de la sanidad. Por ejemplo, existen estudios que demuestran que utilizar estos dispositivos inteligentes ayuda a los pacientes que sufren de tricotilomanía a no arrancarse el pelo de la cabeza.

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