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Los pros y los contras de la dieta vegana de Beyoncé

La artista y su marido, Jay Z, son veganos desde 2013 gracias a Marco Borges, su fisiólogo. Tal es la convicción de la cantante por este estilo de vida, que Borges plasma en el libro La revolución de los 22 días, que junto a él ha creado el ‘catering’ 22 days nutrition.

dieta de beyonce

“La verdad es que si una persona nacida en Houston [Texas] y amante de la buena comida como yo puede hacerlo, tú también puedes hacerlo: solo tienes que ponerlo en práctica durante 22 días”. Esta es la frase con la que Beyoncé, de 34 años, cierra el prólogo de La revolución de los 22 días (Grijalbo): el libro de su fisiólogo, Marcos Borges que, además, es su socio en el catering vegano 22 days nutrition.

En el libro, Beyoncé desvela que después de tener a su hija Blue Ivy en 2012 necesitaba “recuperar el control” de su salud y su cuerpo. Para ello, acudió a Borges, su gurú y “confidente” en cuestiones de nutrición para que le asesorase y le condujera al empoderamiento que se siente cuando uno tiene el físico que desea. Una vez que la cantante perdió los kilos de su embarazo (en el libro no especifica cuantos fueron) ella y Jay Z se zambulleron en el reino de la alimentación vegana. Incluso celebraron el cumpleaños del rapero con un catering solo a base de vegetales.

Borges defiende su teoría así: “Cuando estudiaba psicología descubrí que algunos psicólogos creen que tardamos 21 días en crear o romper un hábito […] Los científicos llaman a esto neuroplasticidad: la capacidad del cerebro para ‘cambiar sus conexiones y el comportamiento en respuesta a una nueva información’ […] El día 22 surgirás como una nueva versión de ti mismo. Si puedes hacerlo durante tres semanas ¡puedes hacerlo para siempre! […]”.

Hay algo de trampa en esta afirmación. Como mínimo, son 21 los días que tardamos en coger un hábito, tal y como reveló el cirujano neoyorquino Maxwell Maltz en su libro de autoayuda de 1960, Psicocibernética: el secreto para mejorar y transformar su vida (Open Project). Lo cierto es que esta teoría –basada en el tiempo que tardaban en adecuarse los pacientes de Maltz a sus transformaciones físicas (desde una operación hasta la amputación de un miembro)– fue refutada en 2010 por la doctora Phillippa Lally en un estudio para la University College of London –publicado en la revista European Journal of Social Psychology– en el que establecía en una media de 66 (y en un máximo de 84) los días para asentar un nuevo hábito en la vida.

Palabra de celebrity

Este popular fisiólogo también ha asesorado a celebrities como Shakira, Gloria Stefan o Pharrell Williams, entre otros. Para expertos como Juan Revenga, dietista-nutricionista y conductor del blog El nutricionista de la general, que los famosos se conviertan en prescriptores de salud hace que “modifiquemos la imagen que tenemos de ellos en virtud del mensaje que nos transmitan”.

En una de las entradas de su blog, Revenga también lo explica: “Seguir el consejo de un famoso proporcionaría al individuo los caracteres con que le gustaría ser percibido. Esta distorsionada posibilidad se ve influida al atribuir la aparente exitosa vida del famoso a todos los aspectos de la vida, incluida la capacidad para dar consejos de salud. Es lo que se conoce como efecto halo”. Pero no solo de la influencia de superestrellas y famosillos, vive el pueblo.

Este especialista aboga por hacer oídos sordos a los consejos y las recomendaciones sobre dietética y la nutrición de las revistas (que entre sus páginas llevan encartadas recetas), de libros, de gurús, de amigos e incluso del dependiente del herbolario, de una vecina, de familiares, etc. En definitiva, de todo aquel que no sea un profesional de la materia. Para saber un poco más sobre vegetarianismo Revenga recomienda un libro: Vegetarianos con ciencia, de Lucía Martínez Argüelles.

La portada del libro ‘La revolución de los 22 días’, con prólogo de Beyoncé.
La portada del libro ‘La revolución de los 22 días’, con prólogo de Beyoncé.

Qué plantea La Revolución de los 22 días

Este tipo de alimentación insta a eliminar cualquier tipo de alimento de origen animal de la dieta y llenar la despensa con frutas, verduras, hortalizas, legumbres, frutos secos, semillas, hierbas y algunas especias. Pero, sobre todo, lo que recomienda beber es agua. Borges lo explica en cinco pasos:

1. Huir de los alimentos procesados con colorantes y conservantes. “Cuanto más se parezca tu comida a como se da la naturaleza, tanto mejor”.

2. Existe un número ideal de comidas al día: desayuno, comida, almuerzo y cena. Borges recomienda no comer “hasta el hartazgo” y “cenar, como muy tarde, dos horas antes” de irse a dormir.

3. La dieta se estructura en 80% de carbohidratos, 10 % de grasas y 10% de proteínas. ¿Cómo reconocerlos? En el grupo de los carbohidratos están la fruta, las verduras y las hortalizas. En el de las grasas, están alimentos como el aceite de oliva, el aguacate, las nueces, las semillas y las hortalizas de hoja verde. Por último, las proteínas: tofu, tempeh, guisantes, hortalizas, semillas y frutos secos, etc.

4. Sesiones de ejercicio diario de 30 minutos. “Perder peso es un 75% de dieta y un 25% de ejercicio”, dice el fisiólogo.

5. El agua, la madre de todas las bebidas. Borges recomienda: “Mejor agua, té y limonada” (sin azúcar, por supuesto). Y apunta: “Beber uno o dos vasos de agua antes de cada comida ayuda a no comer en exceso y a sentirse saciado entre comidas”.

El miedo de Beyoncé antes de comenzar la dieta, tal y como cuenta en La revolución de los 22 días, era pasar hambre, echar de menos sabores y cantidades de comida, estar de mal humor, tener debilidad física y dolor de cabeza o no poder comer fuera de casa por temor a no encontrar el tipo de platos acordes con su nuevo estilo de alimentación.

Para Aitor Sánchez, nutricionista, parte del equipo del centro Alaris y autor del blog Mi dieta cojea, este tipo de reticencias antes de comenzar una dieta tienen solución: “Para dejar de sufrir hay que acudir a la consulta de un sanitario para que elabore una dieta personalizada con horarios y alimentos que te gusten. No siempre pautamos dietas; ni mucho menos de 22 días. Hay veces que solo le damos recursos”, comenta.

¿Son el estrés y la ansiedad una de las causas que boicotean la fuerza de voluntad para seguir una alimentación cuidada y una rutina deportiva? “Si, es cierto. Pero habría que preguntarse de donde viene ese estrés. En la clínica tratamos conjuntamente psicología y nutrición porque uno es causa del otro”, asegura Sánchez.

La dieta vegana, muy sana pero ¿completa?

Cambiar de alimentación radicalmente y virar hacia una dieta en la que no hay proteínas animales, según nuestros expertos, no tiene ninguna consecuencia. Salvo una excepción. Sánchez lo explica: “Lo que es importante en la dieta vegetariana es suplementarla con vitamina B12. Hay mucho gurú que dice que se puede encontrar en las algas pero no es cierto”, asegura.

Y, ¿qué hay del hierro o la vitamina D? Ambos micronutrientes también están en el punto de mira injustamente con este tipo de dieta: “Los vegetarianos no tienen más anemia que los omnívoros. Cuando la gente tiene anemia no se debe a problemas alimentarios, sino ambientales. Me refiero a sangrados o problemas de absorción intestinal”, comenta Sánchez que recientemente impartió una conferencia sobre mitos en la dieta vegana. Y además añade: “Reino Unido ha publicado un estudio en el que recomienda suplementar con esta vitamina a toda la población”.

22 days nutrition: el negocio de la vida sana

Tal ha sido la fascinación de Beyoncé con la dieta vegana que, junto a Borges, ha creado la marca de alimentación 22 days nutrition. En la web, se pueden adquirir batidos y barras de proteínas además de menús para cinco, siete y 22 días. Uno de los textos de la web, dice: “Si quiere probar una dieta vegana para bajar de peso, ahorrar tiempo en la cocina o experimentar una nueva forma de comer, le invitamos a suscribirse a nuestra entrega de comida vegana”.

Aitor Sánchez, se muestra rotundo ante esta forma de alimentarse: “Este plan solo somete a una dieta de 22 días al paciente; plan en el que no se aprende nada nuevo. No es un modelo que a mí me cuadre. No lo comparto”. Y concluye: “Para empoderar a los pacientes lo que hacemos los nutricionistas es enseñar a comer, no vender menús”.

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